domingo, 31 de marzo de 2019

Adelaide


Después de dos vuelos largos, se agradece que tu "host" Airbnb en Adelaide te recoja con una sonrisa y dispuesto a ser el mejor anfitrión. Hace ya tiempo que vive de esto. Dice que le gusta conocer gente distinta y se nota, porque le gusta hablar J

Caigo rendida en una habitación agradable. Lo que debía ser " a short nap”, se convierte en un sueño largo y reparador (yes, jet lag :).

Tengo la suerte de pillar el último día del Fringe Festival, festival de música y artes escénicas de Adelaide. Pasear por una ciudad que parece de mentira tiene más encanto si va acompañada de música en directo.






El encuentro con mi hermano Oscarete es emocionante. Curiosamente los dos hemos pensado en el mismo sitio para cenar y ponernos al día: un callejón auténtico con pizzería, dj’s y el peor futbolín de la historia (¡pero gané el match! Jaja). Los “persons” que van pasando amenizan la velada también.




Tenemos 24 horas para disfrutar juntos en la otra punta del mundo y las amortizamos, vaya si las amortizamos.

Paseito con animales aussies para empezar (los koalas me han hecho especial ilusión); cata de vinos en Adelaide Hills; llegada a Barossa Valley; visita de la bodega Two Hands (Oscar’s working place right now), cena entre barricas con todo el equipo de enólogos de la bodega al atardecer y puesta al día acerca de la situación laboral del mundo enológico en Australia en casa. Me ha gustado ver dónde vive, conocer su casa de ahora, su gente, su rutina, su furgo... Siempre se le han dado bien los acentos, parece un aussie más, y confirmo que no ha perdido el don de gentes que le caracteriza y la gente le tiene cariño.





En Australia, cuando visitas una bodega, más que visitar la bodega en sí –el proceso-, vas directo al “cellar door”, es decir la zona de catas, que por cierto suelen tener muy bien acondicionada, con vistas espectaculares, como mínimo la que nosotros visitamos, de la bodega Shaw + Smith en Adelaide Hills. Ir de cata con un enólogo nunca se sabe cómo acabará, y dónde se suponía que íbamos a probar 4 vinos, acabamos catando más de 10, australianos y kiwis, muy bien acompañados por una chica de Tahití encantadora.



Así empezaba la cata

Así acababa

Como es de ver, hemos brindado bastante J No obstante, tengo que confesar que en España tenemos mucha suerte con el vino. Aquí, según mi parecer, que no soy experta, la relación calidad precio deja mucho que desear.  

Un poco más y pierdo el vuelo a Gold Coast, pero solo la llegada ya mereció la pena. Aun no había visto nunca Byron desde el cielo. Gallina de piel.








No hay comentarios:

Publicar un comentario