domingo, 31 de marzo de 2019

Back to Byron Bay


El regreso a Byron Bay ha merecido absolutamente la pena.

He tenido la suerte de volver a “the meeting place” y reencontrarme con viejos amigos, la mayoría de ellos españoles, que siguen allí afincados y para mi gusto, felices.


He tenido la suerte de volver a sacarme las chanclas unos días.

María ha sido mi compañera fiel de viaje. Con ella las risas están aseguradas. Es una “personaja” que se hace querer, tatuadora dónde las haya y fotógrafa de nivelazo. Nos conocimos hace más de 6 años en las clases de inglés y juntas hemos vuelto a los sitios míticos: Lighthouse, Main Beach, Clarkes Beach, Tallow’s, The Pass, etc.

Alba, me & María (con la cara ya lo dice todo)


El paisaje de Byron y alrededores me ha vuelto a impresionar de precioso, hemos visto “sunrise” y “sunsets” preciosos, cielos estrellados de noche y me ha sorprendido lo limpia y transparente que estaba el agua.





Como no podía ser de otra manera, hemos puesto “vacaciones modo on” y nos hemos dedicado al “healthy lifestyle” y a bajar revoluciones, que falta hacía.  

Estos australianos se lo saben montar y pocos trabajan jornada completa. No se estresan y disfrutan de vivir en un lugar tan privilegiado de playa y olas.

Nosotras nos hemos adaptado al horario “aussie” total: madrugar y aprovechar mucho más el día que la noche (aunque hemos pisado el Northern y la Brewery, por supuesto).

Hemos introducido una sesión diaria de deporte. Buenas pateadas, sesiones de pilates en la playa o en el “backyard”, una clase de Yoga con Adriana (que está en Byron preparándose para ser profe) y por fin lo di todo en las clases de baile de Alba, ¡qué ganas tenía!. No he tenido suerte con el surf, pero no hay mal que por bien no venga.

Por supuesto nos hemos alimentado con “organic food” (en Byron si no comes organic, no eres nadie) y hemos desayunado en el market más posh, es decir, el Farmer’s Market (postureo es poco). Los precios se han disparado aún más que cuando yo estuve aquí viviendo, así que con frecuencia hemos optado por la opción “homemade”. Ya podemos montar un restaurante organic&cool en el que ofreceríamos: cold pressed juices, platters vistosos como el que preparó Carla para el baby shower de baby Carla; organic spaguetti con mix de salsas tomate y pesto (gran descubrimiento); ensaladas varias; spanish omelette by chef Uri y nuestro plato estrella: “organic free range poached eggs with avocado & tomato toast”. No recordaba que en Byron había oferta gastronómica de tantos sitios distintos y no sé que tiene el café australiano que es taaaan bueno (¿¡baja Zeus y lo hace?!).

Marta y Uri nos han hospedado súper amablemente en su morada, en la que se respira buena onda y buen humor. Marta ha aguantado estoica el ritmo a sus 38 y 39 semanas de embarazo ¡awesome! y la casa no puede estar mejor situada, a 2 minutos andando del mítico Rails (desde casa se oyen los conciertos).  

Por suerte, la música en directo sigue sonando por todo Byron y es un gustazo el nivel.

No obstante, no todo ha sido de color de rosa. Hemos tenido dos días de lluvia caprichosa acompañada de mosquitos matadores, inoportunos y cojoneros. Antes me preocupaban las serpientes, ya no me quejaré más de ellas. Y ver la construcción de un centro comercial a la entrada del pueblo me ha dejado a cuadros… a esto le llaman “progreso”… no “comments”.

By the way, estos días han merecido la pena. Un buen regreso. Unas buenas vacaciones. Un buen descanso. Una buena desconexión. Un buen recargo de pilas. Y unas buenas ganas de regresar también, lo confieso. Constato que Byron no es un lugar en el que yo viviría largo plazo, pero espero regresar de nuevo sin que pase tanto tiempo y acompañada, así que vuelvo a despedirme de igual manera: SEE YOU SOON BYRON BAY J

PD: Busca lo más vital… https://www.youtube.com/watch?v=Tnh_kPHp9LM






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